domingo, 28 de diciembre de 2014

 EN LA NOCHE BUENA
 WILSON A. ACOSTA S.

Anoche, nos la pasamos de fiesta con papá.  Nos sorprendió su inesperada visita. Con su presencia ahuyentó de  mí la nostalgia de estos días de conmemoración del nacimiento del Niño Rey.  Su abraso paternal me colmó de alegría.
Llegó a la hora precisa, luciendo  su sombrero de 
fieltro, su traje gris recién planchado, su corbata marrón, sus lentes y sus zapatos negros ¡Siempre negros!  Y su camisa blanca… ¡Siempre blanca! Con su paso moderado, lento. Su sonrisa feliz iluminando su rostro… Repartiendo amor a manos llenas. Así cruzó el umbral de nuestra puerta…
La cena ya estaba servida,   por tanto,  él ocupó sin pronunciar palabras su sitio de costumbre en nuestra mesa, y entonces fuimos tres…
 Pareció como si le hubiésemos invitado de ante mano…Algo así como si lo estuviésemos esperando. ¡Solo se me ocurrió llorar! Ana lo abrazó con cariño y le dio un beso…
¿Sabían ustedes? Mi padre tocaba guitarra y cantaba muy bien. Aun ya viejo, de vez en cuando hacia vibrar las sonoras cuerdas…Hilvanaba canciones del recuerdo y se echaba a soñar.
-Me miró con ternura, y me dijo-
He venido a compartir la navidad contigo, como en los viejos tiempos, cuando yo moraba entre ustedes, cuando reñíamos o reíamos de tu humor y de tus famosos cuentos. Quiero oír junto a ti, otra vez las canciones que canté en mi juventud, y que a ti te gustaban, y que por lo que veo, aun te siguen gustando…
 ¡Tanta afinidad hubo entre mi padre y yo!
De él mi temprana afición por el serenateo. De él mi tímida sensibilidad e inclinación por la poesía. De él mi preferencia por la soledad y la meditación… De él mi espíritu de conciliación.
Omara Portuondo junto a Ibrahim Ferrer abrieron el baúl de los recuerdos…Con dos copas de sidra brindamos ambos por el más inesperado y feliz de los reencuentros.
Quizás no han de creerlo ustedes, pero no hubo preguntas indiscretas, ni discusiones sobre su quehacer en la casa iluminada en que ahora mora, para saberlo, solo me bastó contemplar su figura de ángel y escuchar el  decir de sus palabras buenas.
¿Dónde ha de descansar mi padre que no sea en la casa de Dios?
Aquellas canciones que de antaño papá cantó en su Neiba querido con alumbrado de faroles de gas, pero de grandes y románticas lunas en sus madrugadas, inundaron la pequeña sala haciendo vibrar de multicolores luces  su alma blanca.
  ¡Porque él ya es solo una alma blanca, etérea!  Es un Ser de otro mundo, que anoche llegó en un vuelo exclusivo de ángeles procedente de la mansión divina, para  en íntima tertulia familiar con uno de sus  hijos, celebrar la natividad de CRISTO,  dejandome impreso de por vida el  más bello de los recuerdos terrenales.

Mi madre, por motivos de edad no concurrió a la cita, ya una hora antes habíamos celebrado con ella.
  La dejamos dormida……

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