domingo, 24 de junio de 2012


LOS HÉROES DE ABRIL
(Un joven apodado “Pichano”)
Wilson A. Acosta S.


Me impactó, no lo puedo negar, la afirmación hecha por un afamado columnista de un prestigioso diario de nuestro país, cuando expresa, que la guerra de abril del año 1965 es la que más héroes ha tenido. Lo dijo de tal manera, que pude entender el sarcasmo implícito en la frase, además, por lo impropio y desproporcionada de la comparación, al escribir que, “ni la guerra de Normandía tuvo tantos”

Me detuve en la lectura de su columna decidido a someter al análisis imparcial su afirmación, pues en no pocas ocasiones me asaltó también la idea del afán de muchos, algunos con legítimo derecho, otros fabulando, empeñados en construir sus héroes preferidos y convenientes, elaborando historias poco creíbles de aquel magno aconteciniento.

Resulta que nuestro país ocupa 48ooo kilómetros cuadrados de una pequeña isla que comparte con la hermana república de Haití. En nuestro territorio nacional para Abril del 1965 habría alrededor de cinco a seis millones de habitantes donde una gran parte, como en todos los países en vía de desarrollo, se concentra en la capital y sus alrededores; razón por lo que no hay una familia del interior del país que no tenga una numerosa parentela en esa enorme urbe, hoy dividida por su inmenso crecimiento en dos entidades: La Provincia de Santo Domingo Este, y la Capital de la República propiamente dicha.

La guerra de abril en su primera etapa fue una lucha entre hermanos que no rebasó los límites de la capital. Se luchaba por la constitucionalidad perdida el 25 de septiembre del 1963 asaltada por un golpe de estado retrógrado, que derrocó al gobierno electo el 20 de diciembre del 1962 después de más de 30 años de dictadura Trujillista; no obstante, la invasión de la armada norteamericana convirtió esa querella interna en una jornada patriótica.

Hubo miles de muertos, heridos o mutilados, tantos, que no ha sido posible dar un número exacto. Eso sí, podemos decir sin lugar a equivocaciones que no hay un solo dominicano que no pueda contar con uno o más miembros de su familia caído o herido en el enfrentamiento del pueblo contra las fuerzas del CEFA o por las balas asesinas yanquis, o al menos uno que no haya permanecido en los días aciagos, como un acto de identificación y de respaldo militante con la causa, en la zona famosa de Ciudad nueva, donde se acantonó el reducto de las fuerzas constitucionalistas dispuestos a vender cara sus vidas frente al invasor que permanentemente les acosaba.

Entonces deduzco que hurgando esos antecedentes, podríamos encontrar la razón de aquel fenómeno que asombra al columnista, puesto que dada la pequeña geografía del país y sus pocos habitantes, todos de una manera u otra nos vimos involucrados, muchos personalmente, y otros tantos emocional o familiarmente, en el hecho histórico del sesenta y cinco.

Terminada la guerra, la categoría de héroe fue disputada por oportunistas que avizoraron en ella una forma expedita de ascenso social y económico. Estos han abultado la ya enorme lista de personas que hicieron y aún hacen turno exigiendo premios y reconocimientos por sus “méritos y sus sacrificios”. Este es un fenómeno humano, que no solo se ha dado en nuestro país, tengo entendido que tiene un carácter universal.

En abril se cavaron muchas fosas para dar sepultura a los muertos anónimos caídos por la libertad, por la democracia, por la vuelta a la constitucionalidad ¡SI, ESTOS SON MÁRTIRES!
Gran parte de la alta oficialidad y decenas de oficiales de menor rángo, suboficiales y rasos de las gloriosas fuerzas armadas dominicanas comandaron la rebelión del pueblo en armas !SI, ESTOS SON HÉROES!

Todos estos muertos llenaron de cruces los cementerios del Sur del Norte, del este y del Oeste dominicano, pero tambien llenaron de dolor y lágrimas los corazones y los ojos de miles de madres dominicanas que perdieron sus hijos enfrentados por la patria en dos bandos que parecían irreconciliables.

La sangre generosa derramada en ese abril, en ese junio y ese julio del año 1965, reclama hoy desde la tumba la vuelta a los principios olvidados, derrotados por el neoliberalismo, por el individualismo, que han obnubilado la mente y el corazón de nuestros actuales líderes políticos, perdidos en una orgía de poder y de ansias desmedidas de riquezas materiales

Quiera Dios que cada uno de los diez millones de habitantes que hoy posee nuestra nación pudieran convertirse en héroes y para ello pusieran en práctica el decálogo si existiese, contentivo de las cualidades ciudadanas, del amor al prójimo, del desinterés personal, del patriotismo, que obliga a practicar a todo aquel que decide convertirse en héroe ¡Pero en héroe de verdad!

Si eso se pudiera lograr, qué distinta fuera la historia que comenzáramos a contar desde ahora a las presentes y futuras generaciones!
Así no se hablaría como desde hace años se viene comentando de lo inútil que resultó aquel sacrificio, tan cercano en el tiempo, que aún están vivitos y coleando gran parte de los protagonistas de ambos lados, muchos victoriosos navegando sobre la cresta de las olas del oportunismo con las insignias de su heroicidad en la frente, otros anclados en el pasado pagando el precio de su apego a los principios que una vez enarbolaron, y en los que todavía creen a fe ciega.

Terminado el conflicto bélico, el país intervenido, a pesar de la cruel persecución a que fue sometida la juventud comprometida con los ideales constitucionalistas se vivía en permanente estado de protesta en contra de la intervención foránea que frustró la vuelta al gobierno que añorábamos, pues nos dio libertad y democracia en sus breves siete meses de existencia……….

En uno de esos días de incertidumbre, en que los dominicanos percibíamos el sonido de las botas extranjeras detrás de nuestras sombras, alguien llega a nuestra residencia en la Bolívar no.12 portando una triste noticia: “hace pocos minutos un militar norteamericano le arrebató la vida de varios perdigonazos a un joven de nuestra región que podía ser nuestro pariente”………

Éramos estudiantes y vivíamos en la residencia del Coronel Constitucionalista Armando Sosa Leyba, hermano de nuestra madre. La noticia iba dirigida a él………….

Aconteció que el joven asesinado era oriundo de Villa Jaragua. Su nombre Feliciano Matos (Pichano) hijo de la señora Octavia Matos (Mama) y de Bolívar Acosta o Hernández Acosta ¿Motivo de la muerte? Ese día, la soldadesca interventora obligaba a los ciudadanos a recoger la basura de las calles, luego de una agitada jornada de protestas patrióticas.

Pero Pichano se rebeló………. No aceptó tal humillación…. A sabiendas de que la otra opción que se le ofrecía era la muerte………

Allí se desangró Pichano,en una de nuestras calles,la de ElConde, en la ciudad más vieja del nuevo mundo, recostado de un contén, porque los homicidas no permitieron que se le prestara auxilio…
Después hubo editoriales exaltando el valor y el estoicismo de este joven anónimo que prefirió la muerte antes que aceptar la humillación a que pretendía el intruso someterlo.

Se publicó tambien una secuencia de tres fotografias que recogian su trágica y lenta agonia.....Estas, dieron la vuelta al pais y al mundo recogidas en las páginas del Listín Diario....

¿No es un mártir digno de recordación aquel joven hijo de JARAGUA? Su acto de virilidad y patriotismo le ha dado categoría de ejemplo para las generaciones por venir.