miércoles, 16 de diciembre de 2015

EL PRESIDENTE ULISES HEUREAUX Y EL GENERAL MAMERTO SUBERVÍ.-


[Recordando uno de los temas que discurrían en las peñas de los domingos en “El Patio Neibero” de la residencia de mi inolvidable pariente Diógenes Noboa Leyba, EPD, en el Ensanche Luperón de la ciudad capital]

Wilson A. Acosta S.

Para el año de 1882 época en que el general Ulises Heureaux asumió por primera vez la presidencia de la república, electo democráticamente, postulado por el partido azul fundado por el prócer restaurador general Gregorio Luperón, el sur profundo de nuestra geografía dominicana no se había repuesto aun de la devastación que la guerra de los seis años causó sobre su débil economía agrícola ni de la total pérdida de las crianzas realengas en sus sitios comuneros, arrasadas ambas por las guerrillas hambrientas y el ausentismo que produjo ese fenómeno social en sus comunidades.

La prolongada lucha entre rojos y azules fue realmente muy cruel con los habitantes de esa empobrecida región, por lo que, la recuperación fue lenta y dolorosa. Muchas familias cifraron sus esperanzas en la promesa de ayuda que les hacían los caudillos y gobernantes amigos, miembros del triunfante partido Azul que se iban sucediendo en el gobierno, luego de la dimisión o derrocamiento del presidente Buenaventura Báez.
Heureaux hizo grandes amigos en esta región. Él la recorrió palmo a palmo con su guerrilla personal, formada en gran parte por bravos guerreros neiberos que escogió meticulosamente. Por eso, cuando se vio obligado a abandonar el frente de batalla, luego de la emboscada que casi le cuesta la vida en los predios del general Pablo Mamá, mantuvo la firme decisión de algún día volver en auxilio de aquellos valientes neiberos a los que admiraba y agradecía con sinceridad, porque se jugaron la vida junto a él... Los mismos que en Cambronal le salvaron de una muerte segura.

Años después, en su lucha contra sus enemigos políticos, la famosa media brigada de Neiba lo acompañó siempre en la vanguardia, por su recorrido de triunfos en todos los puntos cardinales del país donde les tocó escenificar sangrientos enfrentamientos por el poder.
El general Mamerto Suberví fue un experimentado guerrillero, posible miembro de una de aquellas familias que huyeron a la parte Este de la isla, despojadas de todos sus bienes, expulsadas por la permanente persecución haitiana contra blancos y extranjeros, de las que algunas se refugiaron en la sierra de Neiba. Razón que quizás valga para explicar el hecho de que dicho general se aferrara a su heredad de manera tan afectiva en el paraje de San Pulín.

Resulta natural, pues, que como en San Pulín estaba su hogar, allí se aposentara el general al término de su dilatada aventura guerrillera, en la que se mantuvo peleando hombro con hombro con su amigo y jefe Lilís, peinando el valle y la sierra desde Neiba, hasta Azua y San Juan, perseguidos a veces, otras veces persecutores, de las temibles hordas rojas que defendían como fieras el gobierno del presidente Buenaventura Báez, dirigidas por Luciano de Vargas apodado “Solito” amigo y lugarteniente del presidente; por Rudesindo Ramírez, Lowesky Lamarche , Ramón Báez Ramírez hermano del presidente y Joaquín Campos entre otros.
Después de esos acontecimientos, la carrera política de Ulises Hereaux conocido como Lilís fue meteórica hasta la ocurrencia de su ajusticiamiento en la ciudad de Moca el 26 de julio del 1899.

En el año de 1882 ya electo presidente de la república como todo hombre de honor se dispuso a dar fiel cumplimiento a la promesa hecha años antes, cuando sus fieles guerrilleros de Neiba lo rescataron de los brazos de la muerte en Cambronal…

El presidente Lilís comenzó a visitar a Neiba con frecuencia. En varias ocasiones se hospedó en la residencia de su amiga Epifanía Guiteaux Reyes y desde allí salía a visitar a aquellos viejos amigos, a bautizar ahijados, a recibir o a cumplir peticiones de ayuda económica.

El general Mamerto Suberví, mientras tanto, permanencia en paz, atareado en su auto exilio de San Pulín paraje enclavado en la histórica loma de Panzo, desconocedor o tal vez indiferente ante los acontecimientos políticos que se habían producido al término de la guerra en el país, luego que decidiera colgar la carabina y el machete, dispuesto acometer la tarea de atender su familia y sus intereses que por los anteriores años de lucha había abandonado…

Estando inmerso en esos menesteres, en una ocasión le llegó a San Pulín la grata noticia de que su amigo y compañero de lucha el general Lilís había ascendido al solio presidencial. Sin demostrar mucho entusiasmo se dispuso a esperar la promesa hecha por el líder guerrillero cuando se despidió del teatro de los acontecimientos bélicos accediendo a la llamada urgente de su protector general Gregorio Luperón, que vislumbró el peligro que corría su protegido dentro de las ya anarquizadas y diezmadas guerrillas azules del sur. Prevenido por sucesos recientes, puesto que ya se había producido el vil atentado contra Andrés Ogando en el mismo Cambronal, donde éste perdió la vida debido a la traición de Eleuterio Reyes, sorprendido mientras dormía junto a Anselmo González a Don Manuel Henríquez y Carvajal a Fermín Ogando y al coronel Anselón. Además del pérfido atentado en La Descubierta que por poco cuesta la vida al general Cabral y donde perdieron las suyas el general Lorenzo Acosta y el coronel Jesús del Cristo, el primero oriundo de Neiba. el segundo hijo de Barbacoa, hoy Jaragua.

Un día de esos en que hacia una de sus visitas a Neiba, Lilís, en presencia de varios amigos en tono dubitativo pregunta aparentando desconocimiento, por su viejo amigo Mamerto Suberví: ¿Ha muerto el general Mamerto Suberví?... Entonces, alguien se acerca al presidente y le comunica discretamente: Presidente, su amigo Mamerto aún vive, reside desde hace tiempo en su fundo de San Pulín. El presidente da muestras de alegría y ordena que busquen de inmediato al general Mamerto Suberví y le comuniquen que el presidente está en Neiba y le quiere ver y saludar.

Cuando el mensaje llega a los predios del general Mamerto, este le responde a los emisarios presidenciales de la siguiente manera:

Díganle a mi amigo Lilís que él conoce a San Pulín y que también conoce mi fundo porque en los seis años de lucha que libramos juntos los dos contra el gobierno del general Buenaventura Báez este era uno de nuestros principales refugios; por lo que yo espero, que al presidente no se le haya olvidado el camino.

El presidente Heureaux al recibir tal respuesta de inmediato entendió el mensaje subyacente en las palabras dichas por el general Mamerto Suberví, y sin vacilar se dirigió a San Pulín para visitar abrazar y conversar con su viejo amigo, compañero de luchas y privaciones, vividas con intensidad en aquellos seis años de amargos sacrificios.
¡Cuánto honor y hombría se expresa en la actitud de Mamerto Suberví! Actitud de un soldado de la patria, de un hombre del sur, que debe servir de ejemplo a estas y a las siguientes generaciones de neiberos principalmente hoy cuando vivimos en el país la suplantación de los verdaderos valores y sentimientos humanos por aspiraciones fatuas y en cierto modo denigrantes.

Como colofón les dejo la siguiente estampa:

Cuenta uno de los autores dominicanos que escribieron sobre la fascinante figura de este prócer apodado Lilís, que al final se erigió en dictador, que su primer ejercicio de gobierno fue excelente, progresista y políticamente respetuoso, hasta el extremo de que en ese interregno cierto día mientras Lilís se aseaba en la intimidad de su residencia en la capital de la república un disparo penetró la pared de la habitación a muy pocas pulgadas de su cabeza. Tras una corta reflexión intuyó quién pudo ser el autor del disparo que casi lo mata y exclamó:” El tirador un neibero que trabaja en el tejar a kilómetro y medio de distancia, el autor intelectual del atentado: don Germán Catiles”. Y comenta el autor en su obra: “¡Ay de don Germán y del neibero si este atentado hubiese sucedido cinco años después!” Haciendo alusión claro está a los años de su sangrienta dictadura.

No obstante confirmados oficialmente los autores del atentado, el presidente Lilís solo tomó la decisión de negarles su amistad y sus favores, a tal extremo, que don Germán Catiles frustrado por esa indiferencia, interesado a lo mejor en la reconciliación, exclamó en una ocasión:
“ ! Ese maldito hombre no me ha perdonado todavía que por indicaciones de Cesáreo Guillermo yo lo mandara matar con el neibero!”