miércoles, 27 de enero de 2010

DESPUES DEL TERREMOTO



Wilson A. Acosta Sosa
15 de enero 2010


Las desgarradoras escenas proyectadas por los medios televisivos del mundo, luego de la secuela fatal que deja en la capital haitiana y pueblos aledaños el seísmo de 7´,3 grados de intensidad, que los azotó inmisericorde el día 12 de enero último en horas de la tarde´, despertó en el pueblo dominicano un fraternal sentimiento de solidaridad y compasión como quizás ningún otro triste acontecimiento le haya causado en todo su devenir histórico.

Los medios de comunicación con increíble rapidez ingresaron en la intimidad de nuestros hogares la historia en toda su desgarrante crueldad y crudeza casi al momento mismo en que se producía, arrancando de las zonas más sensibles y nobles del alma humana, incredulidad y lágrimas.

Miles de cadáveres diseminados por las calles de la ciudad, padres enloquecidos por la dolorosa pérdida de sus hijos, familias enteras desaparecidas bajo los escombros de la ciudad tirada al suelo desde sus cimientos. ¡ La dignidad del ser humano herida hasta el fondo ¡
Estas desgracias provocadas por las llamadas fuerzas ciegas de la naturaleza que desde el principio de los tiempos han inspirado en el hombre profundas reflexiones de tipo religioso y filosófico aún nos sobrecogen y nos espantan haciéndonos sentir desamparados impotentes e insignificantes.

Los sentimientos de indiferencia con que el mundo desarrollado ha tratando el viejo problema haitiano se trastoca a partir del 12 de enero en una avalancha de solidaridad traducida en ayuda material para sus pobres gentes. ¡Como si solo se estuviese esperando
el desastre para que se lograra el milagroso despertar!
Pues parecería como que ahora es cuando se cae el velo que cubría o cubre los ojos de aquellos que nunca vieron o no quisieron ver tanta miseria, no obstante la deuda histórica contraída por ellos con las víctimas, y el papel protagónico que con sus precariedades, siempre ha desempeñado la república dominicana en procura de mitigar en la medida de lo posible las carencias del vecino infortunado .

Nuestro país dió y ha dado parte de su pan al pueblo hermano y hoy da una lección al mundo cuando de sus magras flaquezas saca fuerzas para coadyuvar en el intento cristiano de levantar al caído, cosa que hay que reconocer en su justa dimensión.
Al pueblo haitiano no se le ha permitido tomar las riendas de su propio destino, otros se han arrogado el derecho de decidir por Haití; imperios, organizaciones internacionales, el narco, guerrilleros y “revolucionarios” autóctonos sostenidos por falsos líderes miembros de una clase social corrupta, que lo han sumido en la más degradante posición de miseria moral y material llevándolo al borde de la inviabilidad.

No obstante esos negros presagios reforzados ahora por la nueva desgracia que los oprime, sabemos, como siempre se ha dicho, que los grandes desastres ya sean telúricos o sociales han sido el preludio de cambios significativos y de trascendencia en el rumbo de los pueblos. .
Para que se opere un gran cambio debe ocurrir una acción que conmueva los cimientos de la conciencia social. Estos hechos podrían ser tanto producidos por la furia de los elementos de la naturaleza como por la determinación y voluntad del hombre.
Quiérase o no habrá de decidirse o definirse en este momento crucial de la vida del pueblo haitiano y sus instituciones, su desaparición o su supervivencia como nación y como estado independiente, dentro de un nuevo concepto y un nuevo cauce de progreso y justicia social.
Los dominicanos hemos de mantener nuestra ancestral postura de humanidad y colaboración, pero, a la par también mantenernos alertas a fin de evitar que ese fardo que condena y amenaza con quebrar las espaldas del vecino se transfiera a las nuestras y nos arrastre en una posible caída.

Haití ha de levantarse de sus cenizas cual ave fénix mitológica, pero tendrá que estar consciente de que para lograrlo, su esfuerzo, su decisión y su coraje deben ser el elemento principal , que junto a la voluntad y el sacrificio de los países hermanos , ( dentro de los cuales hay quienes deben tanto a Haití ) , servirá de fundamento o piedra angular que dará sustento a su reconstrucción definitiva.´

2 comentarios:

  1. Sr Wilson Acosta:
    Mi nombre es Luis felipe Aguirre Duran y soy esposo de maria isabel barberena pocurull,
    mi suegra es la unica hija que tuvo Baltasar Miro que su verdadero nombre es Baltasar pocurull Miro,,y me parece una historia fabulosa de lo que fue ese gran hombre, asi que me he tomado la tarea de investigarlo,,en lo que me pueda ayudar se lo agradezco ya que mi suegra no tiene muchos datos sobre,,mi e-mail es : felipeaguirreduran@hotmail.com,,,Gracias

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  2. Baltasar Miró y Maruja Vieira. "Al amigo en su viaje". Los nombres de la asusencia. http://mvw-ntc.blogspot.com/2010_12_26_archive.html

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