domingo, 23 de octubre de 2011


LAGO ENRIQUILLO



OTRA VEZ NEYBA
Wilson acosta Sosa

En Neyba se inició la leyenda desde el preciso instante en que esta comunidad empezó a dar sus primeros pasos de existencia. El trauma las dificultades y los grandes escollos que encontró en el camino de su establecimiento y de su desarrollo como enclave económico social y urbano, le dio la reciedumbre del Guayacán y la persistente decisión de la Guasábara para resistir y vencer todas las adversidades que ha encontrado en esa larga y tortuosa prueba.

La terquedad de su sol inclemente que lo ha templado en la permanente lucha por su supervivencia, ha sido el crisol que le endosa el carácter de un pueblo de hombres introvertidos, desconfiados, valerosos, dispuestos a defender con uñas y dientes la dignidad de su familia y la integridad de su terruño sito en el Sur Profundo, donde la naturaleza es avara y los medios para hacerla parir son escasos. Allí el habitante del campo debe superar con creces el esfuerzo que le es común al que habita regiones más pródigas.

Sus guerreros del pasado cobraron fama digna de antología. Una comunidad que surgió a la defensiva luchando por la permanencia en forma desigual contra las incursiones de antes y después del establecimiento de la colonia francesa,: de cimarronadas, de intrusos, maroteros y abigeos,y de aquellos que se convirtieron en permanentes habitantes del oeste, dando origen a la división en dos de la isla de la Española; luego, pasa por las vicisitudes sufridas por las sucesivas invasiones de los conquistadores capitanes del ejército revolucionario haitiano a partir del año 1801; el incendio y el degüello criminal hecho por las fuerzas de Dessaline en su retirada el año 1805, y las guerras de la independencia y de la restauración de la república. En 1916 humillada por el flagelo de la intervención norteamericana que se mantuvo hasta el año 1924, en cuyo ominoso período el general guerrillero Andrés Cuevas(a)“Anduquita” encarnó el honor y la vergüenza de la región pronunciándose con las armas en las manos junto a sus seguidores de la sección del Estero, de Panzo, y del pueblo de Neyba. Entregando su vida tomada por la traición, que siempre ha estado al asecho de las grandes causas y de sus protagonistas.

Y qué decir del Abril glorioso del 1965, cuando Neyba dijo presente, representada por un nutrido grupo de sus hijos, confirmando la tradición que ya había sentado en su lucha iniciada desde antes de la separación, por los supremos intereses de su patria, de su familia y del futuro democrático nacionalista y liberal de los dominicanos.

Dice la historia que Pedro Santana, el fiero e irreconciliable enemigo y vencedor del haitiano, sentía una gran admiración por la tropa de Neyba y que siempre en sus grandes enfrentamientos con el ejército invasor de occidente, prefirió la presencia de estos a su lado. Como homenaje de reconocimiento a este pueblo de valientes, puso su nombre al brioso caballo que siempre lo condujo a la lucha y a la victoria, le llamó: “EL NEYBANO”. Contrajo lazos de compadrazgo con innumerables hijos de la región, lazos que significaban entonces un compromiso de amistad inviolable y sagrada, como aquella amistad y compadrazgo que lo unió hasta la muerte con Francisco Sosa, el héroe de Cambronal en las gestas por la por la separación de nuestra nación de la república haitiana.


Y qué decir de Ulises Hereaux que vivió y compartió con los Neyberos en casi todo el trayecto de la guerra fratricida contra el régimen del presidente Báez, probando en carne propia el valor de ambos bandos, por lo que en Neyba cultivó amigos y respetó enemigos. Qué, de la amistad y la confianza que prohijó el general José María Cabral para esos mismos días, amigo entrañable de Lorenzo Acosta Pérez que fue a vivir a Samaná donde ejerció como gobernador civil y militar muriendo en el asalto que las guerrillas rojas hizo, dirigidas por el fanático lugarteniente del caudillo rojo Buenaventura Báez, Luciano de Vargas (a) solito al general Cabral, vencedor del español en La Canela, al que la población Neybera impresionada por su gran personalidad y carisma le decía con respeto y cariño: “El señor del cachimbazo”, porque fumaba en un cachimbo más grande de lo normal.

Decir: Neyba, para aquellos tiempos de gloria y de sacrificio, cuando la empresa nacional salía del cascarón como un polluelo indefenso, era lo mismo que decir valor, patriotismo y entrega. Sus mejores hijos, de los que más fruto esperó y obtuvo en su lucha por su progreso y superación material e intelectual, los entregó al ideal supremo de la Patria, sin una queja, orgullosa de la estirpe que dio origen a esa constelación de héroes y de mártires, a sabiendas de que la sangre derramada constituía el abono fundamental de su futuro.

Yo me inicié en el conocimiento y el apego a la historia emocional, intima, doméstica, oculta en el “mapa del ADN” del carácter de los Neyberos, narrada todos los fines de semana, semana tras semana, capítulo tras capitulo, en el inolvidable “ Patio Neybero” de la residencia, en el Ensanche Luperón de la ciudad capital, de nuestro inolvidable pariente Diógenes Noboa Leyba donde era obligada la reunión de los Sosa Leyba, Leyba Matos , Pérez Silfa, Santana del Valle entre otros, y los Acosta Sosa ( mis hermanos y yo) entonces muy jóvenes estudiantes universitarios, narrada (repito),por las voces autorizadas de estos viejos Neyberos de categoría ya desaparecidos, que entre tragos y remembranzas discernían desde los hechos más relevantes de nuestro pasado histórico, pasando por los casos trágicos del “concho primo” irracional e incivil, hasta tocar el recuerdo de los guantes y trochas de beisbol, construidos por ellos en su juventud, hechos de tela en forma rústica, pero, que “no tenían nada que envidiar a los fabricados en el extranjero”. Y de los bates pulidos por sus propias manos, con los que Jesús Reyes (Jesús Genara) y Abelino disparaban bestiales palos que perdían la pelota para siempre entre las breñas y los bayahondales del monte seco, al norte del improvisado campo de juego de beisbol”.

Allí confirmé que José Antonio Acosta Pérez (a) Totoño fue un prolífico juglar tejedor de magnificas coplas, que cantó con ellas al amor, a la patria, a su pueblo y a sus héroes, que se proclamó general en la manigua y se desempeñó como comandante de Armas de la plaza de Neyba, que sus coplas traspasaron el límite del Sur y llegaron al Cibao, muy celebradas en su época, recogidas, escritas y puestas en manos de una hija que las guardó con tanto celo que no tomó en cuenta la acción del tiempo y de la traza. Decían ellos que muchas de esas coplas anónimas que aún perduran en el folklor de la región son de su autoría.

José Antonio Acosta (a) Totoño hermano de Juan Antonio Sargento Abanderado de las tropas dominicanas en "Cambronal", de Julián, de Gregorio, de Lorenzo, de Remigio de Ángel y de Mariquita, hijos todos de Francisco Acosta y de Rosalía Pérez, es el autor de la copla que aun repiten con orgullo las presentes generaciones, en la que retrata el carácter firme pero acogedor del hombre de este pueblo:

Neiba ha sido un baluarte
Desde el febrero fecundo
Neyba no cabe en parte
Y en Neyba cabe to’ el mundo

Siempre se creyó, y fue tema obligado de discusión en las tertulias del ”Patio Neybero”, que nuestro querido pueblo fue uno de los primeros que se fundó en la época colonial, esta creencia se sustentaba en que los hatos de Neyba fueron devastados cuando en los años de 1606 a 1608 el decadente imperio español que no había podido superar la obsoleta política económica y social del feudalismo ya superado por Inglaterra Francia y otras naciones de Europa decretó el abandono y devastación de grandes regiones de la isla para evitar el negocio floreciente del contrabando y el contacto de los isleños con los comerciantes franceses, ingleses y holandeses que invadieron con sus naves repletas de esclavos de géneros y toda clase de mercancías las costas de la isla, que además les proveían de Biblias luteranas, infringiendo así la autoridad del monopolio español, corrompiendo la doctrina de la iglesia Católica Apostólica y Romana y de la Corona española que no aceptaban reformas ni herejías. Fueron desarraigadas por consecuencia y trasladadas poblaciones enteras por lo que la comunidad que se desarrollo en torno a los hatos de Neyba no fue la excepción, pero la verdad es, que aunque existió esa población importante, ella no estaba organizada ni reconocida oficialmente por la autoridad del imperio Colonial.
No obstante esta serie de evidencias históricas tomadas de las viejas crónicas y de documentos que narran todos los hechos ocurridos en la Colonia previos a la fundación de Neyba, sus habitantes aún discuten y buscan con denodado interés la fecha de su nacimiento como entidad política y territorial, casi convencidos, aferrados a la memoria histórica que nos legaron algunos de nuestros antepasados persuadidos de que este acontecimiento data del siglo XV1 como también afirman de San Juan de la Maguana algunos de sus hijo amantes del tema.

Como una prueba de lo que hemos afirmado a ese respecto en los párrafos anteriores veamos lo que dice Manuel Vicente Hernández Gonzales en su obra “La colonización de la Frontera Dominicana 1680-1795” sic “Solano y Bote reseña que: la villa de neiba se fundó en el año de 1735 en este siglo y sus vecinos disfrutan de sus tierras que eran del distrito de azua y alcanzan hasta el término antiguo de Curisaco en la Bajada grande sobre la laguna de Azuey.” Y continúa:

“Así lo asevera Peguero, quien la escogió con la denominación de Santa Cruz de Neiba con familias de la villa de azua. En sus pobladores se puede apreciar tanto criollos como canarios y sus descendientes”. Los que postulan la tesis contraria manifiestan que tanto Neyba como San Juan fueron re-fundadas para aquella ocasión, es decir, que existieron con anterioridad.

Ya para el año 1795 Neyba era una Parroquia del Distrito Marítimo de Azua y siendo en 1801 un Distrito del Departamento Oriental del Ozama Tousssaint la traspasó al Departamento haitiano del Sur; para 1822 fue adscrita al Departamento Haitiano del Oeste, y con la misma categoría de común la Junta central Gubernativa la asimiló en 1844 al Departamento de Azua.

Al crearse en el año 1881 el Distrito Marítimo de Barahona la Común de Neyba fue anexada a la nueva entidad política territorial, permaneciendo bajo la jurisdicción de Barahona hasta el año de 1943 cuando fue escogida para ser la cabecera de la nueva provincia de Bahoruco.

Es indudable que este último paso catapultó esta región que vivía aletargada, olvidada, dependiendo de una economía basada en una agropecuaria de subsistencia y de un tradicional comercio informal e ilegal con la vecina república de Haití que luego fue penalizado y perseguido por la nuevas reglamentaciones impuestas por las estructuras institucionales del sistema de aduanas organizado y puesto en vigencia en primer término por las autoridades de los Estados Unidos de Norte América en el gobierno de Ramón Cáceres (mon), cuando mediante el convenio de 1907 que ratifico el ya establecido en el año 1905, les fue entregado el cobro y la administración de las aduanas del país que se prolongó en todo el trayecto de la ocupación del 1916-1924, y después de esta por los subsiguientes gobiernos nacionales.


La historia se nutre de realidades, estas constituyen el testimonio incontrovertible al analizar hechos y motivos que han originado cambios en el rumbo de la sociedad. Es innegable que Neyba y los pueblos aledaños a partir de la creación de la provincia se encaminó hacia una lenta pero sostenida etapa de progreso; su inquebrantable fe, la perseverancia depositada en el trabajo por sus habitantes transformó, con la valiosa ayuda y dirección del gobierno central, poco a poco, al villorrio cuasi-fronterizo rural y analfabeta en un centro urbano conectado con las demás regiones del país.

En la actualidad la provincia transita por uno de los momentos más interesantes de su evolución, en primer lugar su crecimiento demográfico y económico ha promovido una inusitada movilidad social que nos interacciona con todo el resto del país dominicano, ha surgido y se ha fortalecido una clase media vigorosa, en ascenso; profesionales universitarios y técnicos por centenares. Una juventud inclinada por el camino de la superación con una extensión de la universidad del estado en su propia casa.


Nuestra sociedad se halla en estos precisos momentos involucrada en el ejercicio del quehacer político partidista en pos de las elecciones a celebrarse el 20 de mayo del próximo año 2012, ejerciéndolo en un ambiente de paz de respeto y democracia que nos brinda esta etapa de nuestra historia que surgió como consecuencia de la desaparición del dictador Rafael L. Trujillo el 30 de mayo de 1961,

Es importante que nuestros líderes locales además de estar animados del natural y legítimo derecho que les asiste, de colmar sus metas y sus aspiraciones personales, estén tambien bien persuadidos de que su principal compromiso es el contraído con la comunidad que lo vota y que de ellos espera una leal representación. Que haciendo a un lado los colores y banderías políticas, al final de la jornada, los una a todos su identificación con los ideales de este pueblo de casi trescientos años de existencia, cuya esperanza radica en la sensibilidad social y vocación de servicio de sus mejores hijos e hijas, vocación que nos dejaron como legado aquellos lejanos ancestros que edificaron los cimientos de nuestra sociedad.


22-10-2011.-

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