martes, 26 de octubre de 2010
EL “PRINCIPE” DE MI MADRE
A mí querida sobrina: Cesarina Perdomo de Castro
Mamà va a cumplir noventa años el próximo cuatro de abril y aun ensarta agujas, y cose.
Hace bellas manualidades para su cocina y las cocinas de sus hijos y sus nietos. Con ellas adorna su nevera y viste de colores diferentes, para identificarlos, los utensilios donde guarda el azúcar, el café, el chocolate y la sal que a menudo utiliza.
Hoy operó mis viejos “Jeam Levy Strauss “y me los convirtió en pantalones cortos, para que bregue en el patio con mis árboles frutales, y con los retazos, fabricó agarraderas para protegerse las manos de las vasijas calientes que ha de trasegar de la estufa a la mesa.
Su casa es un ejemplo de higiene y de buen gusto. Las personas que la visitan por primera vez piensan que con ella vive alguna jovencita, pues se les hace imposible creer que tanta actividad, estética y orden, tanto amor distribuido en todos sus rincones, proceda del gusto de una anciana. Pero más grande aún es la impresión al verla actuar en el trajín cotidiano. O al compartir su conversación inteligente, alegre y juiciosa en sus momentos de ocio.
Su cuerpo no se ha disminuido como sucede con el cuerpo de casi todos los ancianos. Tiene un físico de muchos años menos. Usa mangas cortas y arregla su cabeza con esmero, se vale por sí misma y maneja su casa con la misma pericia y disciplina que lo hizo desde su juventud ¿ Pueden creer, que cuando la visitan desde Santo Domingo o de fuera del país, los hijos y los nietos que allí viven, se empeña en prepararles de comer en todo el tiempo de la estadía’? ¡Nadie lo hace como ella! Por lo que yo, para esa ocasión me mudo a comer para su casa, que para bien de los dos, tiene el patio común con la mía.
¡Por nada he de perderme ese divino sazón que solo ella le da a las comidas! Es la anfitriona más feliz y voluntariosa que existe. Hace sentir bien a los demás.
Es que estos son los pocos momentos en que su hogar vuelve a llenarse de la algarabía de los viejos tiempos y Mamà quisiera entonces que el tiempo se detuviera
Para tener consigo y volver a gozar de su prole mucho más crecida y diversificada…Entre la gran cantidad de bisnietos que posee adèmás de los sureños, los hay del este del país, del Cibao, también españoles,búlgaros y norteamericanos.
El extraordinario estado físico y mental que ella exhibe nos enorgullece a todos sus hijos. Todos queremos heredarlo y decimos convencidos: ¡si he de durar mucho que sea en las condiciones de Mamá!
A veces se queja nuestra madre y nos dice que su fortaleza y su lucidez en cierto modo le ha perjudicado….Porque eso nos hace olvidar que es una anciana y no le prestamos la atención que a sus años necesita ¡Se tardan en venir a verme! ¡No entienden que mis años ya son pocos! Se siente sola.
Desde hace tiempo ella escribe un diario. Lo inició cuando el mayor de nuestros hermanos compró un campito con una pequeña casa en el medio. Con el rumor de un sinuoso y estrecho riachuelo limitándolo al norte. Entre las faldas verdes de las lomas de Panzo, rodeada por la flora exuberante y azotada levemente por la brisa fresca que baja de la montaña con olor a selva virgen. Mamà lo habilitó. Con un entusiasmo de niña lo sembró de flores e hizo de él, su paraíso. Allí comenzaron sus escritos que nadie ha podido leer, porque según ella, lo hace para nuestro divertimiento después de su muerte.
Hace unos días alguien en el vecindario envenenó uno de sus dos queridos perros.!Quizás al más querido!: “PRINCIPE” ,un precioso ejemplar de abundante y brillante pelambrera negra. Tan doméstico era, que aparentaba tener raciocinio. Era su fiel compañero, que con su mirada melancólica, en silencio, se mantenía acostado al pie de la vieja mecedora, en vigilia, protegiendo el quehacer y a veces el sueño de su ama.
Cuando llegué esa mañana a su casa la noté triste. No quise verlo, me dijo, y agregó: alguien me dio la noticia, y entonces entendí, ¡cuánto llega uno a querer a estos animales!..... Y escondió su dolor. No se volvió a hablar de PRINCIPE en la casa. Así lo quiso ella. Al paso de los días ya aparentemente olvidado el episodio de la pérdida de su perro, y en medio de una conversación sin importancia bajo la sombra de un árbol frondoso de su patio, mamá hizo un aparte y como si en vez de hablar pensara en voz alta, exclamó sonreída: ¿TU CREES WILSON, QUE AUN ME QUEDARÁ TIEMPO SUFICIENTE PARA CRIAR OTRO PERRO?
24 de octubre del año 2010.-wilson a. acosta s.
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Mi tío, al terminar la lectura del escrito -de su autoría- que precede, se me hizo imposible no detenerme a dejar el presente comentario, ya que me trajo consigo grandes recuerdos y me embargo inmensa nostalgia. Recuerdos de tiempos mágicos de niñez, vividos en el escenario con los actores que usted manifiesta en sus letras. Cuya protagonista principal lo constituye nuestra querida y apreciada ¡Mama!. A medida de ir adentrandome en su lectura iba recreando todas y cada una de las escenas magistralmente narradas. Sin dudas, algo mágico. ¡Excelente mi tío! Reciba de mi parte un fuerte abrazo y sepa que le sigo dando seguimiento.
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